Dar un giro al planeta en motocicleta, intentando demostrar que muchas veces los sueños que parecen imposibles... no lo son.
Partida: | 22-Dic-2003 , Buenos Aires, Argentina |
Llegada: | 18-Abr-2009, Buenos Aires, Argentina |
Países | 40 |
Tiempo de viaje | 64 meses (5.4 años) |
Kilómetros | 86.900 km |
Gasolina | 3.608 lts |
Neumáticos | 13 |
Cambios de aceite | 57 |
Barcos/ferrys/lanchas | 42 |
"Ahh!, lo que es tener tiempo y dinero!!", es una de las frases que recibimos a menudo cuando conocemos a una persona durante el viaje. "Si yo tuviera el tiempo que tienen Ustedes...., también lo haría...", suelen agregar.
En el 2003, mientras estudiaba y trabajaba en Buenos Aires, yo hubiera dicho lo mismo. ¿Cómo disponer del tiempo y dinero suficiente para atravesar el mundo en motocicleta? Aparentemente, imposible!
Pero la inspiración llegó por esas cosas de la casualidad. Todo comenzó con un relativamente pequeño viaje hasta Río de Janeiro, en mis vacaciones de la universidad. "Necesito unos días de paz", pensé.
La moto que tenía en ese momento, una Honda Transalp 600cc, no estaba preparada para salir a la ruta. El perno de pistón golpeteaba y el agua hervía en marcha lenta. Necesitaba mucho dinero para dejarla en óptimas condiciones.
Busqué una solución rápida: cinco días antes de la fecha de partida compré una pequeña moto 125cc, usada pero en buenas condiciones, que con suerte no me retrasaría con problemas mecánicos. La equipé de forma precaria con alforjas de cuero, un parabrisas y el resto de las cosas amarradas como podía. Quedó lista un día antes de lo planeado: el 22 de Diciembre de 2003.
"¡En veinte días vuelvo!", les dije a mis padres. "Me llevo los libros de Microbiología para dar los exámenes cuando vuelva!", estaba en la mitad de la carrera de Medicina Veterinaria y trabajaba en sistemas.
"¿Hasta dónde llegaré con esta motito? ¿Aguantará este motorcito la ruta? ¿Me quedaré a la vuelta de la esquina?", pensaba mientras salía por primera vez a la carretera. Siempre me acuerdo de aquella sensación de estar alejándome de casa en dos ruedas, con tanta incertidumbre, tantas dudas y miedos...
Unas semanas después, en Brasil:
"Es el momento de cumplir mi sueño...", le dije a mi familia por teléfono. "Sólo me queda el dinero para volver a casa, pero sé que si regreso a Buenos Aires es muy posible que nunca más llegue el momento adecuado para partir. No se cómo lo haré, no tengo moto grande, ni maletas, ni ropa, ni equipo, ni GPS, ni visas, ni dinero, pero me voy a Australia, arriba de esta moto."
Y fué así como todo comenzó. Simplemente creyendo en que todo es posible si uno lo sueña con fuerza, y lo intenta incansablemente.
"Primera, segunda, tercera, acelerar hasta 50 km/h... y... ¡FRENAR!" Mi primera lección de conducción sobre una motocicleta, en la zona industrial de Barcelona. Yo voy sentada en La Garota, y Gustavo detrás de mí, gritándome instrucciones. No puedo abandonar la zona industrial hasta pasar el "examen de la mano": cada pocos segundos Gustavo levanta una de sus manos y yo tengo que confirmar que la he visto por los retrovisores, demostrando así que tengo el control de todo lo que sucede a mi alrededor.
"¿No miras siempre el espejo retrovisor cuando manejas un auto?", gruñe Gustavo. Claro que lo hago, pero en un auto no tienes que pensar en un millón de cosas a la vez. Me está llevando toda la mañana coordinar mis dos manos y mis dos pies. Entro en pánico, tengo sólo cinco días mas...
Pocos días atrás me había decidido por unirme a Gustavo en su viaje alrededor del mundo. En estado de euforia habíamos escrito emails a algunos posibles patrocinadores para preguntarles si estarían interesados en financiar una moto para mí. Aunque parecía completamente imposible... unos días después el teléfono sonó y Giavanni Celli preguntó: "¿De qué color la quieres?" No podía creerle a mis oídos. Tenía mi propia motocicleta.
Gustavo estaba invitado a un rally en Mallorca, cinco días después. Decidí dejar mis estudios de doctorado en la Universidad de Barcelona sin detenerme a pensarlo, y emprender mi sueño. No dejaría que más tiempo valioso siga pasando.
Nadie debería enterarse de nada. Era mi secreto, mi gran plan. No quería escuchar ningún cuestionamiento, ninguna duda, ni preocupaciones, ni "buenos consejos". Ni siquiera quería comenzar a pensar acerca de mi decisión por miedo a cambiar de opinión. Mi intuición me decía que mi tren había llegado y que ahora me tocaba a mí saltar sobre él, aunque me aterrorizara.
Nos quedaban exactamente cinco días para construir las cajas de aluminio para "Milton" (así bauticé a mi caballo plateado), instalarlas, empacar todo... y mientras tanto practicar cada mañana un poquito. Todo debería suceder en secreto – escondimos las maletas de aluminio, el segundo par de botas... la cuenta regresiva había comenzado. Cinco días y todo el mundo sabría. Estaba esperando ansiosa la llegada de ese día y terminar el secreto, pero también sabía que no habría vuelta atrás. Se acabaría la beca mensual, la cama caliente, las tardes con viejos amigos... pero también se terminaría el tormento diario de la alarma en la madrugada y las largas horas en el instituto, un lugar en el que hace mucho había dejado de sentirme confortable.
Por supuesto que todavía tengo que trabajar. Aunque la gente siempre pregunta estupefacta: "¿De qué trabajas TU?" Como si el dinero cayera del cielo ahora. Pero ahora trabajo en el camino. Internet es la mejor invención después de las "dos ruedas".
Todo en la vida es una cuestión de decisiones y preferencias. Muchos prefieren una vida ordenada con todas las ventajas y desventajas que conlleva, como un cómodo apartamento, un ingreso seguro, familia y también reducido tiempo libre. Nosotros elegimos una vida en la ruta, con todas las experiencias únicas y todas las incertidumbres y dificultades que ello incluye. Esta es nuestra decisión.